Excmo. Sr. D. Francisco Díaz-Trechuelo Aguirre

1915 – 1916

Francisco Díaz-Trechuelo Aguirre, séptimo Marqués de Villavelviestres, nacido en Huévar, provincia de Sevilla el 25 de septiembre de 1858. Hijo primogénito de los Marqueses de Villavelviestres.

Después de obtener el título de Bachiller en el Instituto Provincial de Sevilla, pasó a Inglaterra, de donde volvió con varios Diplomas y Certificados de Honor. Seguidamente estudió y obtuvo el título de Licenciado en Derecho Civil y Canónico por la Universidad de Sevilla el 20 de diciembre de 1878.

Contrajo matrimonio en el oratorio particular de D. Diego Benjumea Pérez Seoane, en la c/Almirante Ulloa, 2 con Ana Benjumea Pareja, de cuyo matrimonio nacieron siete hijos. Ejerció como abogado, pero por poco tiempo, pues a la muerte de su padre abandonó el bufete y se dedicó a la agricultura y la ganadería, su gran afición, obteniendo con ella grandes éxitos, destacando entre ellos el Premio extraordinario concedido al «caballo» presentado en la Exposición Regional de Ganado, que se celebró en Sevilla en la Primavera de 1923, con asistencia de su Majestad la Reina Victoria Eugenia, que hizo grandes elogios del caballo premiado.

Destacó en el deporte de acoso y derribo de reses bravas, siendo calificado como uno de los mejores garrochistas de su época.

Dada su gran preparación intelectual, afabilidad y simpatía fue muy solicitado por dos jefes de partidos contrarios, los dos muy amigos suyos; uno jefe del partido Conservador y otro del partido Liberal, pero el se negó en absoluto a entrar en política, pues ésta no le gustó nunca. Conservando siempre y a pesar de su negativa las antiguas amistades.

Asistía con asiduidad al Círculo de Labradores donde gozaba de numerosas y buenas amistades siendo éstas las que le hicieron a pesar de su gran modestia y sencillez aceptar la Presidencia del Círculo. Durante su mandato le dedicó todo sus ratos libres, procurando agradar a todos los socios.

Se preocupó mucho por el personal e hizo reformas en la Caseta de Feria y Verano, condicionándola, para que también los hijos de los socios pudiesen disfrutarla durante el invierno.

Hombre de gran espíritu cristiano, ingresó en la Hermandad de la Santa Caridad, cuyas Reglas procuró cumplir fielmente, siempre que era posible se hacía acompañar por sus familiares para repartir la comida y consolar a los pobres acogidos en el Hospital.

Murió como vivió, cristianamente, entregando su alma a Dios en Sevilla el 11 de Septiembre de 1925. Fue enterrado en Huévar en el Panteón Familiar, en la Iglesia Parroquial.